Hombres que dejan huella

No, no voy a escribir sobre Bogart, ni sobre una marca de perfumes, ni sobre la película homónima dirigida por David Swift en 1962. Cuando en sostenibilidad hablamos de huella nos referimos a la huella de carbono, la que cada uno de nosotros deja en el planeta como resultado de nuestras actividades y hábitos de consumo, nuestra contribución personal a la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) cada vez que cogemos el coche, encendemos la luz, compramos una camisa o nos comemos un Big Mac.

Cuando en un restaurante pedimos un chuletón no somos demasiado conscientes de que para que ese plato llegue a nuestra mesa se realizan actividades que generan emisiones de GEI, como la cría del ganado, el cultivo agrícola, el procesado de los alimentos, su envasado, su transporte, la elaboración del plato, la gestión de residuos, … Y con esto no quiero decir que tengamos que ir con la calculadora de CO2 en el bolsillo o que estemos cometiendo un atentado medioambiental, yo soy el primero que no voy a renunciar a comerme un buen chuletón, pero sí que la adopción de determinados hábitos, como la utilización de productos frescos, de temporada, ecológicos, de proximidad, o incluso el tipo de dieta (una dieta rica en carnes genera el doble de emisiones que una dieta mediterránea y cuatro veces más que una vegetariana), contribuye a reducir nuestra huella de carbono.

En el mundo de la empresa se reconoce cada vez más el esfuerzo que realizan las organizaciones que cuantifican y controlan su huella de carbono, la de sus productos y servicios, la de sus edificios, o la de los eventos que organizan. El cálculo de la huella de carbono es un primer paso para tomar consciencia de la repercusión que sus actividades tienen en el medio ambiente e identificar aquellos productos o procesos con un mayor impacto, lo que permite establecer planes de reducción y compensación de emisiones de GEI. Y como es natural la gran mayoría de estas organizaciones no lo hace como un acto de militancia ecologista, las empresas se mueven según otros parámetros. La huella de carbono facilita la identificación de oportunidades de ahorro en energía y costes, determina el posicionamiento de una empresa dentro de un mercado cada vez más sensible a productos y servicios bajos en carbono, la diferencia de sus competidores y mejora su imagen corporativa. Incluso algunos gobiernos, como el de Reino Unido, como parte de su estrategia para cumplir con sus compromisos en la lucha contra el cambio climático, obliga a las empresas que cotizan en la bolsa de Londres a incluir la cuantificación de sus emisiones de GEI en los informes financieros anuales.

Existen diversos estándares internacionales para el cálculo de los diferentes tipos de huella, como el protocolo GHG, el PAS 2050 para productos, o las correspondientes normas ISO.  Cada uno de estos estándares tiene su propio método de cálculo, pero en general siguen una misma estructura que se concreta en 6 fases: definición de los límites, análisis de procesos y recopilación de datos, cálculo de emisiones, verificación del cálculo, comunicación de los resultados, y compensación de emisiones. Los resultados y conclusiones de todo el proceso se recogen en un informe independiente con el fin de comunicar a las partes interesadas la información relacionada con las emisiones de la organización, producto o evento.

Existen otros instrumentos de comunicación para informar acerca de las emisiones asociadas a un producto u organización, como las ecoetiquetas o los registros. El Gobierno de España puso en marcha en 2014 el registro de huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de CO2 para facilitar el cumplimiento de sus compromisos asumidos en materia de cambio climático. Este registro, de carácter voluntario, otorga a una organización un sello en función de las acciones realizadas por ella hasta el momento, ya sea únicamente el cálculo de la huella o también el registro de proyectos para la reducción y compensación de CO2.

En definitiva, todos dejamos una huella que, lejos de producir un impacto memorable en los demás, compromete el futuro de las próximas generaciones. Merece la pena replantearnos nuestros hábitos personales y las actividades de nuestras empresas para que, con un pequeño esfuerzo y sin renunciar a nuestros niveles de bienestar, esta huella sea lo más pequeña posible.

Autor: Carles Carreras Liébanas, consultor y auditor freelance especializado en energía, sostenibilidad y sistemas de gestión / c.carreras@enersystems.es / enersystems.es

Un presente inspirado en el pasado

A finales del siglo XX apareció una nueva tendencia, que está creciendo de forma exponencial estos últimos años, que recurre con nostalgia al pasado para encontrar nuevos referentes estéticos y que observamos muy claramente en los mundos de la moda y el diseño, con el creciente gusto por lo retro o de estilo vintage.

Aunque con motivaciones diferentes al de la búsqueda de lo estético, en el mundo de la edificación se está produciendo un movimiento similar. Conforme crece la sensibilización en lo referente a la sostenibilidad y el cambio climático, se va incorporando cada vez más en los proyectos arquitectónicos lo que se conoce como diseño bioclimático. Aunque pueda parecer un concepto innovador y revolucionario, el diseño bioclimático no deja de ser un retorno a los modelos, técnicas y materiales utilizados en el pasado, cuando no se edificaba contra un clima y un entorno ambiental determinados sino aprovechando las ventajas que éstos podían ofrecer. Eso sí, la incorporación de las nuevas tecnologías permite obtener de estos modelos, técnicas y materiales, un mayor grado de eficacia y resultados óptimos

A lo largo de la historia, cada cultura ha contribuido con sus experiencias y soluciones constructivas al desarrollo de la arquitectura moderna, en la que grandes referentes como Loos, Wright y Le Corbusier, se declararon deudores de la arquitectura tradicional. Algunos ejemplos los tendríamos en las cuevas de los hombres primitivos o las viviendas enterradas del norte de China y África, en donde se aprovechaba la inercia térmica del terreno para conseguir una temperatura constante entre 15ºC y 20ºC durante todo el año; la orientación y elementos constructivos de las edificaciones de la antigua Grecia, con los que se aprovechaba la radiación solar para calentar en invierno y producir sombreado en verano; las edificaciones elevadas del sudeste asiático, para protegerse de las inundaciones provocadas por el crecimiento de los ríos en la época de lluvias; las chimeneas y torres de viento árabes, para captar los vientos dominantes y refrigerar mediante ventilación natural; los patios mediterráneos, con sus elementos de sombreado y la presencia de vegetación y agua para obtener enfriamiento evaporativo; …

Cada tipo de clima tiene sus propias estrategias de diseño bioclimático. El excelente estudio del Instituto Americano de Arquitectos titulado en su edición española “La casa pasiva. Clima y ahorro energético”, nos ofrece una guía con las estrategias recomendadas para 16 tipos de clima diferentes, desde el desértico al tropical pasando por el continental, atlántico, estepario o mediterráneo. Son muchas las técnicas conocidas y utilizadas, pero básicamente se pueden agrupar en las siguientes estrategias:

  • La captación solar para el aporte de energía
  • La protección solar para reducir el aporte de energía
  • El aislamiento térmico para reducir las pérdidas o ganancias de energía
  • La inercia térmica para almacenar energía
  • La ventilación natural para refrigerar
  • El enfriamiento evaporativo para refrigerar

Aunque detrás de cada una de estas estrategias hay una base científica y técnica importante que las avala, en su origen no son más que el fruto del sentido común y la experiencia de muchas generaciones que buscaban la manera de sobrevivir en un entorno natural hostil.

Autor: Carles Carreras Liébanas, consultor y auditor freelance especializado en energía, sostenibilidad y sistemas de gestión / c.carreras@enersystems.es / enersystems.es

Bienvenidos a mi nuevo blog

El mundo de la sostenibilidad, y más concretamente de la eficiencia energética y del desarrollo sostenible de las organizaciones, es un tema que me apasiona y al que me dedico profesionalmente como consultor freelance desde hace años.

Como medio para compartir noticias, artículos, temas de interés y reflexiones relacionadas con este ámbito, he decidido poner en marcha este blog, al que quiero dedicarle una parte de mi tiempo para dar a conocer aquellos aspectos de la sostenibilidad y sus herramientas de gestión que más me interesan.

Espero que este blog sea de vuestro interés y pueda ser de utilidad, no sólo para mí, sino para todos aquellos que compartáis conmigo la inquietud por el futuro de nuestra sociedad y la motivación en afrontar los retos medioambientales que nos esperan en las próximas décadas.

Autor: Carles Carreras Liébanas, consultor y auditor freelance especializado en energía, sostenibilidad y sistemas de gestión / c.carreras@enersystems.es / enersystems.es